Homenaje a un Maestro: Nuno Oliveira.



Nuno Oliveira es reconocido como uno de los Grandes Maestros del Arte Ecuestre.
Nuno nació en Lisboa el 23 de Junio de 1925. Fue discípulo de Joaquim Gonçalves de Miranda, aprendiendo este arte al estilo de la Academia Ecuestre de Versalles.

El método de entrenamiento y enseñanza de Gonçalves de Miranda pudo seguir los pasos de Maralva que trajo de Francia a Portugal en los tiempos de la Guénière. Esto vino de Francia de manos de diversos entrenadores que entrenaban exclusivamente la Casa Real.

Maestro de Maestros, poseía un conocimiento enciclopédico sobre Equitación que atravesó fronteras, estilos e incluso generaciones. Sus principales influencias fueron
los Maestros Francois Robichon de la Guérnière, Gustav Stein
brecht y François Baucher.

Amante de la música, especialmente Verdi, poseía un alma y una sensibilidad artística y humana que aplicaba a todo cuanto hacía.

Alma de poeta, de artista, que lo convertía en un verdadero monumento a la humanidad. Todo lo hacia con la misma simplicidad y grandeza.

Muchos de sus discípulos cuentan que cuando se mudó a Avessada, trabajaba por los pobres de su pueblo, no podía soportar ver a su gente en la miseria.

Vivió intensamente. Un corazón con esta sensibilidad no puede soportar una vida mediocre e insignificante. Amó profundamente todo cuanto estaba a su al
cance. Amó la vida, la música y por supuesto a los caballos. Su vida se puede resumir en una frase que a él le gustaba mucho: "El Arte es la tecnología de sublimación por el amor".

Reconocido en todo el mundo como el último gran Maestro de la Equitación clásica. Se dice que él personifica el paso de una era: la de la Equitación académica iniciada por la Guérnière y que en el siglo XIX tuvo como máximo exponente a Baucher.

Además de ser altamente reconocido como una persona excepcional, un magnífico jinete y Maestro, era considerado por jefes de estado, siendo galardonado dos veces por el gobierno portugués y también por dirigentes y políticos de todo el mundo.

El Maesto Nuno Oliveira era puro talento y de un tacto ecuestre muy especial, verdadero amor por los caballos y con una sensibilidad tremenda para la comprensión de los mismos y discernir su potencial.


Muchos de los caballos que entrenó no eran caballos de primera clase sino de segunda o de tercera pero con su tacto de artesano-artista logró extraer de ellos el arte y hacerlos un espectáculo realmente hermoso a nuestros ojos.

Nuno Oliveira tenía una gran habilidad para juzgar el momento psicológico propicio del caballo y sacar ventaja de ello, es decir descubrir el momento correcto para exigir y recrear.

Cuenta el Maestro Luis Valença que en su picadero había
un caballo que a él le parecía un caballo con pocas habilidades y capacidades y por tanto quería dejarlo para clases de tandas. Una de las veces que el Maestro Luis Valença estaba en el picadero llegó el Maestro Nuno Oliveira y le dijo que ese caballo no debería dejarlo para clases, sino que se lo entregara a alguna de sus hijas porque ese caballo tenía mucho que entregar.

Luis le hizo caso. Era un caballo lleno de arte, uno de los caballos que marcó historia en su picadero.

El Maestro Nuno Oliveira era un hombre de pura autodisciplina. Año tras año seguía su misma rutina de trabajo. Su día empezaba a las 5:30 trabajando los potros, más tarde las lecciones a sus alumnos tanto nacionales como extrangeros que se acercaban a su centro para aprender intensivamente sus enseñanzas hasta llegar bien entrada la noche con su rutina espartana de trabajo y una vez concluida aun tenía fuerzas para conversar, compartir y analizar el trabajo realizado. Un hombre unido casi religiosamente al caballo. Era imposible imaginar su mundo ecuestre separado de su vida personal, incluso esta realidad era comprobable en la teoría que él impartía en sus lecciones magistrales; él hablaba de "un dorso superior bien alargado con el asiento como un solo bloque, único con el caballo".

Su figura a caballo manifestaba su universo de magia, sabiduría y reflexión ecuestre. Se elevaba sobre el asiento como una garbosa estatua, su cabeza ligeramente inclinada hacia el caballo manifestaba serenidad pensativa y a la vez concentración y una sensación como si quisiera ahondar su propia mente en el pensamiento e interior de su compañero caballo.

Sus manos eran muy suaves, encontrando eco esta suavidad también en sus piernas y la unica expresión quizás más forzada era su espalda y prominente pecho sacado seña de jinete clásico.
Con el suave contacto de sus manos lograba una armonia y una cadencia perfecta en sus caballos.
Esta suavidad y armonía, igualmente, era lograda mediante el entendimiento del control de su espalda en relación a la espalda del caballo. Este hecho le permitía suplir la eventual falta de equilibrio del caballo, compensarla y ser capaz de enfocar toda su atención y reducir sus resistencias. La independencia de las ayudas.

Para el maestro el método para practicar y enseñar la equitación clásica debería estar basado en la suavidad, libertad, belleza y armonía. "Los caballos montados con o sin contacto: hay que permitir a los caballos moverse con las riendas libres y no manteniéndolas firmemente, así es como puede lograrse el éxito. Los jinetes que sujetan a sus caballos son insignificantes y no progresarán nunca. Los jinetes que dan libertad a sus caballos, degustarán las mieles del Arte Ecuestre" (Reflexiones sobre el Arte Ecuestre).

Nuno Oliveira decía: "Con los caballos, ¿Vale la pena ser amable? Siempre". Su amabilidad era usada sin restricciones con todos sus caballos, recompensar mucho y exigir lo suficiente según la etapa de entrenamiento de cada caballo.

Nuno Oliveira amaba a todos los caballos pero no podía de tener un elogio y su preferencia en los caballos de sus amores: los caballos lusitanos. "Amo a mi país y amo nuestro Lusitano", decía con una sonrisa complice.

Trataba a todos sus alumnos con cariño y amistad. Los trataba como fieles amigos. Cuando daba sus lecciones no dudaba nunca en elogiar vivamente a sus alumnos. Sólo rompia su calma cuando algun caballo era presionado duramente.

El Maestro no era ni altivo ni arrogante, más bien enseñaba la humildad como puente para crecer. Le gustaba hablar de su vida, sus recuerdos y sus caballos pero ante todo tenia muy claro el concepto de "écuyer". Esto lo podemos observar en su obra "Principios Clásicos de Entrenar Caballos": " El verdadero écuyer no debe nunca tener un estupido complejo de superioridad o considerarse un genio".

El Maestro Nuno Oliveira nunca ocultó sus profundas creencias religiosas y siempre decía: "Si tenemos talento también tenemos un deber. Mi deber es enseñar a las personas a montar caballos como Dios quiere".
El Maestro Oliveira el 2 de Febrero de 1989 fue encontrado muerto en su cama en un hotel en Australia. Se cuenta que cuando lo encontraron muerto, la música de Verdi estaba sonando en el cuarto, música que él siempre cantaba o silbaba mientras montaba .

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